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¿Cómo Internet está cambiando tu cerebro?

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En el momento de su fundación en 1998, Google gestionaba 10.000 solicitudes de búsqueda al día. Actualmente maneja más de 40.000 consultas de búsqueda por segundo en promedio. Eso se traduce en 3.500 millones de búsquedas diarias. Además, dichas cifras no tienen en cuenta todas las búsquedas que los usuarios realizan en otros motores de búsqueda.

No se puede negar que Internet ha alterado nuestra sociedad al proporcionar un acceso rápido entre sí y una gran cantidad de conocimiento. Pero, ¿cómo nos ha afectado a cada uno de nosotros personalmente? Más precisamente, ¿el uso diario de Internet ha alterado nuestro cerebro?

Cómo Internet está cambiando tu cerebro
Internet

El cerebro es un órgano asombroso e intrincado. Tienes alrededor de 100 mil millones de células cerebrales cuando llegaste al mundo por primera vez. Estas neuronas en el cerebro comunicarse entre sí a través de vías. Hay muchas maneras, incluida la exposición repetida a algo, en las que puede mejorar esas conexiones neuronales entre las células cerebrales con el tiempo.

La capacidad del cerebro para conectar neuronas a veces se denomina capacidad del cerebro para "conectarse a sí mismo". La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse después de un daño cerebral; este recableado continúa hasta la vejez.

Internet ofrece sensaciones que se exponen de forma reiterada e intensa. Además, ofrece beneficios satisfactorios en ocasiones, solo lo suficiente para que los usuarios regresen por más y respaldan la idea de que Internet puede volverse adictivo.

Uno de los primeros equipos de investigación en demostrar la efectos del uso de Internet en el cerebro fue el equipo de Gary Small en 2008. En un estudio, los participantes se dividieron en dos grupos: personas con conocimientos informáticos, que tenían experiencia en el uso de Internet, y sujetos sin experiencia informática, que nunca habían usado Internet. Los investigadores observaron la actividad cerebral de los participantes mientras realizaban búsquedas en Internet mediante resonancias magnéticas funcionales.

Los escaneos revelaron que los dos grupos usaron varias vías cerebrales para sus búsquedas en Internet. A los participantes sin conocimientos informáticos se les dio una hora al día para practicar el uso de Internet antes de que se realizaran nuevamente las resonancias magnéticas seis días después. Lo sorprendente de este estudio fue que los mismos circuitos cerebrales se activaron en ambos grupos después de solo cinco días de práctica. Después de solo cinco horas en Internet, los cerebros del grupo de analfabetos informáticos se habían sometido a un cambio de cableado significativo.

Por un lado, esta es una información fantástica. Demuestra que el cerebro puede continuar remodelándose a medida que envejecemos. Además, aquellos que han sufrido lesiones cerebrales pueden regocijarse. Con una exposición frecuente y sostenida a los estímulos, el cerebro puede repararse. Sin embargo, ¿este cambio de cableado plantea algún problema?

Según el libro de Nicholas Carr The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains, Internet es una desviación significativa de los medios tradicionales en muchos aspectos. Aunque ahora hay muchas distracciones en nuestras vidas, nunca ha habido un medio como Internet que pueda desviar nuestra atención de manera tan amplia y persistente. Carr señala que además de alterar nuestra atención, Internet también está afectando nuestra capacidad de pensamiento profundo, concentración sostenida en una sola tarea y la formación de nuevos recuerdos.

La mente tranquila, concentrada, sin distracciones y capaz de pensar linealmente parece estar evolucionando hacia una mente que desea y requiere la capacidad de procesar información en ráfagas breves, fragmentadas y frecuentemente superpuestas. No solo estamos más distraídos, sino que las distracciones también nos dificultan procesar nueva información, lo que influye en nuestra memoria.

La investigación de Small sugiere que la revolución de la alta tecnología nos ha puesto en una condición constante de atención a medias. Supervisamos todo, pero nunca prestamos toda nuestra atención a nada. Distinto de la multitarea es la atención parcial continua. Cuando realizamos múltiples tareas, cada tarea tiene un objetivo específico. Cuando asistimos consistentemente solo parcialmente, podríamos poner nuestros cerebros bajo más estrés que de costumbre. Ya no dedicamos el tiempo necesario a deliberar. Esa es exactamente la mentalidad que nos hace enviar un SMS descuidado o hacer una compra apresurada por Internet.

Afortunadamente, si lo aborda correctamente, puede beneficiarse de Internet sin agregar estrés innecesario a su vida o mente. Aquí hay algunos consejos para crear una conexión a Internet segura:

Participe en tareas diarias que mejoren su enfoque y sus habilidades de pensamiento crítico.

Dedique algo de tiempo todos los días a trabajar en un proyecto sin interrupción. Esto podría implicar hacer algo como leer algunos capítulos de un libro, tocar un instrumento o trabajar en un proyecto. Es posible que te sorprenda lo rápido que surge la necesidad de revisar tu teléfono o volver a Internet. Evita la tentación y termina el proyecto antes de pasar a tu pantalla. Leer y reflexionar sobre un artículo es otro enfoque para mejorar sus habilidades de pensamiento crítico. Considere las preguntas que tiene con respecto a lo que acaba de leer.

Volviendo a la naturaleza

Investigadores de las Universidades de Kansas y Utah descubrieron que pasar tiempo al aire libre y lejos de la electrónica puede impulsar la creatividad. En un estudio, las personas se dividieron en dos grupos, uno de los cuales se fue de viaje con mochila y el otro que no. Después del viaje, a todos se les hizo un examen de 10 ítems para medir la inventiva. Más preguntas sobre la creatividad fueron respondidas con precisión por el grupo que había ido de excursión durante días que por el grupo que no lo había hecho. Pasar tiempo al aire libre también ofrece oportunidades para ejercicio, que es otra forma natural de reconfigurar el cerebro.

Crear áreas libres de tecnología.

Considere los momentos en su agenda o las áreas de su entorno donde puede evitar la tecnología por completo. Puede optar por apagar toda su tecnología durante la cena o designar las habitaciones de su hogar como "sin tecnología". Encuentre un momento y un lugar en su entorno donde Internet no lo distraiga, donde sea y cuando sea.

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